miércoles, 1 de octubre de 2008
CATEDRAL DE VITORIA
Concurrirían las ganas de encontrarnos o tal vez el buen tiempo reinante, en las afueras de la Antigua Catedral de Vitoria, pero fuera lo que fuese, todos nos considerábamos felices ante la jornada que se nos ofrecía en aquellas antiguas y espectaculares piedras.
El día había amanecido parcialmente nublado y a pesar de que los pronósticos del tiempo auguraban inestabilidad, la verdad es que poco fue cambiando a mejor, y pronto el sol nos acariciaba suavemente a pesar de los rigores de la tierra de la meseta.
Desde hacía unos meses, Rosana y Miguel ya habían reservado las invitaciones para acceder al interior del templo en restauración. Su interior aparecía desnudo mostrando sus secretos más íntimos, pudiendo prestar atención el trabajo de canteros y constructores a lo largo de las épocas. De la misma forma que podíamos apreciar su arte y su talento, también se descubría los fallos cometidos durante su construcción.
Fue una suerte poder conocer a los nuevos componentes del grupo, Bo y José Ramón, ya que, aunque por referencias sabíamos de sus bondades, el poder tratarlos personalmente, fue tremendamente enriquecedor.
Sacamos fotos y posamos sin pudor para la posteridad, dentro y fuera de la Catedral pétrea, disfrutando de las explicaciones dadas por la guía de la misma, a la vez que curiosos recorríamos, tanto la nave central, como los corredores, transepto, ábside, etc. Curioso fue el recorrido por el paso de ronda, que posibilitaba al visitante el deleitarse de una visión poco frecuente de los edificios colindantes al recinto sagrado.
Haciendo un poco de memoria, la Catedral tiene una planta de cruz latina, con tres naves la central de mayor altura que las laterales y cubiertas con bóvedas de crucería, con amplio transepto y cabecera. En su interior tiene cuatro capillas rectangulares y una girola a la que se abre otras tres capillas poligonales. Cuenta, además, con un hermoso y frágil triforio y un pórtico del Siglo XIV que contiene esculturas muy interesantes.
En su origen, el templo era una iglesia fortaleza que formaba parte del sistema defensivo medieval de la ciudad. En el transcurso de la historia, el templo y su emplazamiento han sufrido numerosas modificaciones que lo han transformado de manera decisiva. El aspecto defensivo original se perdió con la construcción de numerosas viviendas que se fueron adosando a las murallas originales de la villa.
Tras la fundación de la ciudad en el año 1181, se produjo un incendio en 1202 que asoló gran parte de la misma. El rey de Castilla Alfonso VII, que había conquistado la ciudad en el año 1200, inició una gran labor de edificación y de creación de tejido urbano. Uno de los baluartes de esta tarea urbanística fue la Iglesia de Santa María, que nació con el objetivo de servir de perímetro defensivo amurallado a la renaciente ciudad.
Esta primera edificación se conserva casi íntegramente en algunos tramos, como la zona norte del crucero, con muros de gran espesor y alturas de casi 20 metros.
Nuestro recorrido fue llegando a su fin con la visita a las antiguas campanas, El estado actual es de espera, mientras siguen los procesos de restauración de la Catedral. Las dos esquilas y la romana mayor tienen sendas grietas, que no afectan demasiado al sonido en el caso de la más grande, pero que hacen peligrar su conservación. El conjunto requiere una activa intervención, como nos indicaron, para recuperar los valores sonoros y culturales de origen.
Momento grandioso fue cuando en un oscuro rincón, la providencia puso en manos de Rosana la posibilidad de poder confesar sus múltiples pecados, con un comprensivo y bondadoso sacerdote, aparecido como por arte de encantamiento, y cuyo documento gráfico exponemos a la consideración pública.
Y con esta religiosa experiencia dimos por terminada la visita al templo, iniciando un recorrido histórico por el casco de la Villa, y durante el cual topamos con otra fenomenal pareja, la compuesta por Eduardo y su querida Carmen, a la que no conocíamos pero de la que pronto quedamos profundamente enganchados.
Jaime y Rosita, compartieron impresiones y experiencias sobre su querida Vitoria, comunicando sus conocimientos al resto de la concurrencia sobre “La Plaza del Machete” y el palacio de “Villa Suso” entre otros notables rincones históricos. También Javi y Blanqui, que en esta ocasión estaban acompañados de Luis hermano de Javi, participaron de las suculentas explicaciones.
Txaro y el que estas líneas escriben pasaron igualmente una agradable jornada disfrutando de la compañía de todos. Sentimos la falta de Rosa y Carlos así como la de nuestra querida Margari, que por motivos familiares no pudieron acompañarnos durante esta memorable jornada.
En resumen, una memorable jornada que esperamos pueda volver a repetirse.
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